La descripción y lo real

La resistencia de lo «real» (bajo su forma escrita, por cierto) a la estructura es muy limitada en el relato de ficción, construido por definición sobre un modelo que, a grandes líneas, no sufre otras presiones salvo las de lo inteligible; pero este mismo «real» se vuelve la referencia esencial en el relato histórico que se supone refiere «lo que realmente ha pasado»: qué importa entonces la no funcionalidad de un detalle desde el momento que él denota «lo que ha ocurrido»: lo «real concreto» se vuelve la justificación suficiente del decir. La historia (el discurso histórico: historia rerum gestarum) es, de hecho, el modelo de esos relatos que admiten llenar los intersticios de sus funciones con notaciones estructuralmente superfluas, y es lógico que el realismo literario haya sido, con aproximación de algunos decenios, contemporáneo del reinado de la historia «objetiva», a lo que hay que agregar el desarrollo actual de las técnicas, de las obras y de las instituciones fundadas en la necesidad incesante de autentificar lo «real»: la fotografía (testigo bruto de «lo que ocurrió allí»), el reportaje, las exposiciones de antigüedades (el éxito del «show» Tutankamón lo prueba bastante), el turismo de los monumentos y de los lugares históricos. Todo esto dice que se considera a lo «real» como autosuficiente, que es lo bastante fuerte como para desmentir toda idea de «función», que su’ enunciación no tiene ninguna necesidad de ser integrada en una estructura y que el haber-estado-allí es un principio suficiente de la palabra. Lee el resto de esta entrada

Crónica de un ajusticiamiento

Les dejo en pdf el libro de Bayer La patagonia rebelde. Me interesa que vean el Prefacio llamado «El ángel exterminador» pero les dejo todo el libro en caso de que les interese leerlo

 

Bayer_Osvaldo_La_Patagonia_Rebelde

Imágenes del destinatario

A raíz del pequeño ejercicio de reflexión que les dejé, y de sus respuestas, viene a cuento comentar algunas ideas del lingüista francés Michel Pecheux quien revisa y amplía el conocido esquema de la comunicación propuesto por Roman Jakobson (sé que lo recuerdan pero, por las dudas, pueden volverlo a ver en este link). De esa revisión me interesa en este momento la de los conceptos de «emisor» y «receptor» (o destinador y destinatario) En esto que venimos pensando lectores son los destinatarixs.

Para Pecheux debemos recordar, al analizar el discurso, que en un intercambio comunicativo destinadorx y destinatarix son, sobre todo, roles imaginarios que se ocupan. Se trata de imágenes que nos hacemos del lugar que ocupamos (y qué tipo de autoridad y/o competencias nos da ese lugar para comunicarnos con les demás de determinada manera) y del lugar que ocupan les demás a quienes nos dirigimos. Como tales, esos lugares imaginarios están vinculados con la estructura social, es decir, están influenciados por el lugar que ocupamos, o creemos ocupar, en una sociedad de clases como la nuestra cuando hablamos/escribimos.  Pecheux lo esquematiza del siguiente modo:

Captura Pecheux

Así, por ejemplo, en general nuestra sociedad inviste de determinados rasgos imaginarios el lugar del/la docente (aunque esto es mutable y sabemos de la profunda crisis de autoridad que enfrentamos les profesores). Esto influye en el modo en que nos dirigimos a uds, no solo en cuanto al trato sino también en cuanto a la cantidad y complejidad de la información que seleccionamos para nuestros mensajes (¿quién soy yo para hablarle a estxs jóvenes cómo les hablo?>> Soy la Profe tal, con tantos años de experiencia, con tal curriculum, con estos libros publicados y entiendo que en el ámbito universitario se espera de mí tal cosa y tal otra, etc) Nos hemos armado una imagen del estudiante universitario que es distinta, por el lugar que esta Institución ocupa en nuestro país, de les estudiantes de otros niveles e incluso de otras universidades (y no es igual públicas o privadas) (¿Quiénes son uds para que se les hable así? >>Estudiantes de la universidad más prestigiosa del país, que buscan aquí la excelencia académica, en general jóvenes y recién salidxs de la Escuela Media, que probablemente fueron buenxs alumnxs, que están alfabetizados digitalmente, etc.) Por supuesto, las representaciones varían aunque hay cierta estabilidad. 

También uds, como destinataries, se hacen imágenes de nosotrxs los docentes: a veces tan idealizadas que intimidan (no animarse a preguntar, a hablar, etc) Otras veces creen estar frente a ‘sabelotodos’ porque hemos aprendido a hablar como tales. Los roles A y B son interdependientes: si uds se hacen esa imagen es por el rol que la sociedad nos otorga, y que tantísimes docentes no cuestionan porque, asumámoslo, es difícil todo cuando laburamos en condiciones deplorables. Algunes hacen un esfuerzo extra para deconstruirse y a ese rol de autoridad máxima pero manteniendo autoridad igual, que es necesaria en el vínculo estudiante-docente. (¿Quién es la/el Profe para dirigirse a mí como lo hace?>> Une que se las sabe todas, une ‘genie’, una estricta y exigente personalidad, alguien importante en la profesión, etc.) Y se hacen, por último, una imagen de uds mismes, antes y después del intercambio con les docentes  (¿Quién soy yo para que le profe me hable así?>> No sé nada o muy poco, demasiado joven e inexperte, alguien que debería saber más de lo que sabe o tal vez, una joven promesa, etc)

En síntesis, estas imágenes complejizan el intercambio un montón.